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 Julio I. González Montañés ©

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La Fiesta del Corpus y el Teatro en Galicia

 

    El origen de la fiesta del Corpus Christi se encuentra en la visión de la Beata Juliana de Lieja (1208). En sus comienzos fue simplemente una fiesta local, hasta que el Papa Urbano IV la hizo extensiva a todo el mundo católico en 1264 y fijó su celebración en el jueves siguiente a la octava de Pentecostés. Desde 1316, con Juan XXII, la exaltación eucarística se llevó a cabo mediante una procesión, solemne, pública y general del pueblo llano, gremios, nobleza, clero y magistrados en todas las parroquias, villas y ciudades. Con el paso del tiempo, las procesiones se convirtieron en espectáculos parateatrales, con bailes, entremeses, carros engalanados con figuras y actores, decorados urbanos como castillos, arcos y adornos florales, gigantes, cabezudos, demonios, máscaras variopintas y la inevitable Tarasca (en Galicia Coca), serpiente-dragón, símbolo de las fuerzas demoníacas vencidas por el Sacramento.

   En la Península, parece que Alfonso X tomó parte en una celebración del Corpus en Toledo hacia 1280, y sabemos que en Sevilla se celebró en 1282, pero no es probable que por esas fechas se hiciesen procesiones urbanas. Estas están documentadas en primer lugar en el área catalana (Gerona ca. 1314, Barcelona 1319-20, Vic y Tortosa 1330, Valencia 1355), donde la escenografía de los cuadros estaba establecida hacia 1400. En el resto del territorio peninsular los datos sobre procesiones son en general más tardíos, la mayoría ya de principios del siglo XV aunque hay algunos del siglo XIV, sin quedar claro en estos últimos si se trataba de procesiones urbanas o en el interior de los templos: Guimarães 1318, Santiago 1326, Murcia 1419, Alcobaça 1435, Ourense 1437, Sevilla 1454...

   Por lo que refiere al aparato espectacular de las procesiones ciudadanas, hay que buscar sus antecedentes en las fiestas cortesanas y en las Entradas Reales, no en las procesiones religiosas anteriores, la mayoría más bien tétricas y no festivas como la del Corpus, fiesta de primavera, de triunfo y resurrección. Similar es el caso de los Entremeses que frecuentemente se representaban en la misma procesión, cuyo origen se encuentra también en los Momos y en las representaciones mímicas o dialogadas cortesanas. De las fiestas cortesanas proceden así mismo los Salvajes que suelen aparecen en las procesiones, y en el mismo ámbito están documentadas Tarascas y monstruos similares, los cuales aparecen también en otras procesiones religiosas antes de su aparición en el Corpus. El otro componente del espectáculo urbano del Corpus es el del folklore popular, que aflora en las danzas gremiales de espadas, arcos y penlas que parecen remitir a un sustrato muy antiguo, quizá precristiano.

  Centrándonos en el caso gallego, la celebración de procesiones espectaculares del Corpus está acreditada con seguridad tan sólo desde el primer tercio del siglo XV. Aunque algunas leyendas y coplas populares remontan su origen al siglo XIV, por ejemplo la que sostiene que el arzobispo compostelano D. Suero Gómez de Toledo fue asesinado en Santiago cuando llevaba el Sacramento en la procesión, o la de Xán de Arzúa en Allariz (1317), su historicidad es, como a continuación veremos, bastante dudosa; lo cual no impide que existiesen procesiones -con o sin aparato espectacular- desde la segunda mitad del siglo XIV.

  En el caso de Compostela, la tradición popular, y una copla de fecha indeterminada documentada desde el siglo XIX, suponen al arzobispo Don Suero y al deán de la catedral asesinados en la Rúa da Balconada por orden de Fernan Pérez de Deza Churruchao durante la procesión de 1366, pero todas las fuentes históricas coinciden en que el asesinato tuvo lugar el 29 de junio, cuando el Corpus de ese año cayó en el día 4. Sabemos también que la casa de la Balconada, que más tarde daría nombre a la calle, no existía como tal en el siglo XIV, por lo cual no es posible utilizar esa tradición como prueba de la existencia de la procesión del Corpus en Compostela en 1366. La copla en cuestión dice:

 Pretiño da rúa Nova,
na rúa da Balconada,
mataron un arcebispo
por celos dunha madama.

  En la villa de Allariz, la tradición popular habla de la celebración de la procesión del Corpus desde 1316, año de su institución por Juan XXII, lo que habría dado lugar a las burlas de la comunidad judía provocando al año siguiente la salida de Xán de Arzúa, que montado en un toro enmaromado, dispersó a los judíos arrojándoles harina mezclada con hormigas rabiosas (esta leyenda está en el origen de la Festa do Boi que ha pervivido en Allariz hasta la actualidad).

   Varios autores aluden también a la fundación en esos momentos de una Cofradía do Corpo de Deus, con sede en la iglesia de Santiago (más tarde de San Pedro), lo que de ser cierto convertiría a Allariz en la primera villa de Galicia, y una de las primeras de España, en haber celebrado una procesión del Corpus. Sin embargo, no se conserva documentación de la época que pruebe esas afirmaciones (Puga Brau habla de pergaminos desaparecidos y la primera noticia documental de la cofradía es de 1366), y la que se conoce es contradictoria ya que aparentemente remonta la fiesta incluso a fechas anteriores. Así sucede con la famosa Carta de Avenencia que firmaron el 10 de Mayo de 1289 Pero Eanez, merino de la villa de Allariz, y Isahak Ismael, “Xudeo Maor dos xudeos moradores en esta vila”, en la que se estipula que “cando nos saquemos o noso Deus e sua nai Santa Maria pelas ruas, non ha de estar hi presente ningun xudeu; e os cristians tornarnos han das ruas onde pasaren co noso Deus, porque se non mofen, e non aya hi quimeiras nin ruindades nin desaguisados como de costume”.

    Las “burlas, quimeiras, ruindades y desaguisados” parecen aludir a incidentes previos a los que dieron lugar a la intervención –histórica o legendaria- de Xán de Arzúa pero, aunque la referencia “cuando saquemos a nuestro Dios... por las calles” ha sido interpretada como alusión a las procesiones del Corpus, dada la fecha del documento es probable que se refiera en realidad a la salida de la hostia consagrada a las casas de los enfermos. Esta conducción del viático daba lugar a una pequeña procesión, la cual sabemos que no podía ser contemplada por los judíos a los que ya en las Partidas de Alfonso X el Sabio se les obliga a arrodillarse y humillar la cabeza o abandonar las calles por las que pasaba (Part. I, Tit. VIII, Ley XXI).

    Se han aducido también como indicios de la antigüedad de la fiesta del Corpus en Galicia la  existencia de un antiguo culto eucarístico del que serían vestigios la exposición permanente del Santísimo en la Catedral de Lugo, y la leyenda del Cáliz do Cebreiro. Ambos casos son, sin embargo, de fecha incierta que no parece anterior al siglo XIV.

    La catedral lucense tiene en efecto el privilegio poco frecuente de exponer permanentemente la Hostia consagrada, y en la ciudad se celebra desde 1669 el día del Corpus la Ofrenda del Reino de Galicia en cuyo memorial de constitución se afirma que “hay más de mil y noventa años que en el altar de su Capilla Mayor goza este Nobilísimo Reyno la verdadera y real presencia de Nuestro Redentor Sacramentado”, lo que llevaría al siglo VI como fecha de instauración del privilegio que la tradición justifica en el hecho de haber sido Lugo la única sede episcopal que no fue ocupada por los árabes. Los redactores del memorial de 1669 se fundan probablemente en la autoridad del Padre Gándara (Armas y triunfos : hechos heroicos de los hijos de Galicia, Madrid, 1662), pero la mayoría de los estudiosos actuales no se atreven a ir tan atrás y hablan del siglo XII o del XV como fecha de origen de la exposición permanente. En todo caso, lo único que está claro documentalmente es que en el siglo XIV ya se celebraba la fiesta del Corpus en la catedral lucense (se conserva una Misa de Corpus Christi en un Breviario de esa centuria), y que la exposición permanente tenía lugar a mediados del siglo XVI cuando la menciona el Licenciado Molina en su Descripción del Reino de Galicia como cosa antigua pero sin precisar su origen.

  En cuanto a la leyenda del Cáliz do Cebreiro, en el que la tradición supone que se habría verificado el milagro de la transubstanciación, aunque se relaciona con una pieza de orfebrería de finales del siglo XII, parece que no es anterior al siglo XIV y sólo tenemos documentación sobre ella desde el siglo XV por lo que no sirve para probar la antigüedad del culto eucarístico en Galicia aunque sí como testimonio de su arraigo en tierras gallegas, ejemplificado además por la etimología popular que hace derivar el propio nombre de Galicia de la palabra cáliz (Calicia / Galicia), y por la presencia del cáliz y la hostia en el escudo del Reino de Galicia y en los de Mondoñedo, Viveiro y Lugo, ciudad esta última que hace profesión de fe en la leyenda de su escudo (HOC HIC MYSTERIUM FIDEI FIRMITER PROFITEMUR =Aquí creemos firmemente en este misterio de la fe), reproduciendo con variantes la que tenía el escudo del Reino de Galicia en el siglo XVII: HOC MYSTERIUM FIRMITER PROFITEMUR [=Creemos firmemente en este misterio].

    Además de estos datos, ya conocidos, he podido presentar en algunos de mis trabajos un par de documentos que prueban la temprana celebración del Corpus en tierras gallegas y que habían sido pasados por alto por anteriores estudiosos de la fiesta. En primer lugar está el testamento de Teresa Suárez, abadesa de Ramirás, que en 1295 dona un cendal (velo) “pera manto et pera guardar o Corpo de Deus por dia de Corpus”. A finales del siglo XIII, por tanto, ya se celebraba de manera especial la fiesta del Corpus en algunos lugares de Galicia, y en la centuria siguiente aparecen en los libros litúrgicos gallegos misas y oficios compuestos expresamente para la fiesta (Breviario lucense). Esto no supone que hubiera procesiones pero estas están documentadas de manera fehaciente en Compostela en 1326 en un documento que prueba que en esos momentos comienza el proceso de espectacularización de la fiesta que culminará en el siglo XVI. El documento en cuestión, un acuerdo del Cabildo catedralicio con el Arzobispo D. Berenguel de Landoire, indica que el Sacramento sería llevado en la procesión por el propio Arzobispo o el Cardenal hebdomadario -aún no había custodia-, y se acuerda en él dotar la fiesta del Corpore Christi con 200 maravedíes que debían de permitir celebrarla con la misma solemnidad y aparato, o mayor si se pudiera, que las demás fiestas principales del año [“et solemnius si fieri possit” dice el documento].

   Es posible que las procesiones compostelanas fueran en ese momento estrictamente litúrgicas y quizá se hacían dentro de la catedral, pero el deseo de solemnizar la fiesta debió de convertirlas pronto en espectáculo urbano extendiendo su celebración a otras ciudades gallegas. En la centuria siguiente sabemos que la procesión compostelana salía de la catedral y hacía una parada en la Plaza de la Quintana, según consta en un documento de 1467 en el que María Álvarez de Sotomayor dona al tesoro catedralicio un rico paramento bordado con la condición de que no fuese vendido ni se prestase para ninguna fiesta: “saluo se fose para cuando se posese o corpus domini eno monimento ou ena quintán en dia de corpus xristi”. En el mismo siglo tenemos varios documentos que prueban la existencia de procesiones con juegos, danzas y coca (Ourense 1437), y por primera vez se menciona en las Constituciones Sinodales de las diócesis gallegas la obligación de celebrar la fiesta (Constituciones del obispado de Tui, Diego de Muros, 1482).

   En todo caso, parece que la difusión de la festividad por toda la geografía gallega no se produjo hasta el siglo XVI, centuria en la que, siguiendo las directrices de la Contrarreforma, se instituyeron las Cofradías del Santísimo por el arzobispo compostelano Gaspar de Zúñiga y Avellaneda (1559), las cuales se extendieron rápidamente por Galicia. Del XVI son también las primeras descripciones completas de procesiones en las villas gallegas (Santiago, Pontevedra…), del mismo siglo las primeras referencias de actividades teatrales relacionadas con el Corpus, e igualmente de esa centuria las custodias procesionales más antiguas que se conservan en las iglesias y catedrales gallegas, y numerosísimos datos que prueban la existencia de custodias y cruces procesionales, hoy perdidas, encargadas por las Cofradías del Santísimo no sólo de ciudades y villas de importancia sino también de parroquias rurales, lo cual testimonia la extensión del Corpus en Galicia por esas fechas.

    Se conservan descripciones y noticias relativamente abundantes de las procesiones de Ourense, Santiago, Pontevedra y Betanzos, así como referencias más breves de Noia, A Coruña, Padrón, Ribadavia, Mondoñedo, Allariz, Vigo, Bouzas, Cambados, Ribadeo y otras muchas localidades. En ellas se pone de manifiesto que, tal y como sucedía en multitud de sitios de España y de Europa, las procesiones gallegas eran un auténtico espectáculo urbano en el que intervenían actores, músicos y grupos de danzantes, además de carrozas engalanadas, salvajes, máscaras, penlas, y figuras portantes como los gigantes y cabezudos o la Tarasca (Coca).  

 

 

 

 

Custodia procesional de la catedral de Santiago
Antonio de Arfe (1539-73)

 

 

 

Escudo del Reino de Galicia en la edición de 1603 del Mapa de Galicia del dominico gallego Hernando de Ojea

(Amberes, Ioannes Baptista Vrints)

 

Escudo del Reino de Galicia en la 2ª edición del Mapa de Galicia de Hernando de Ojea (Amberes, Imp. W. Blaeu,1612).

 

Primeras apariciones del lema:

HOC MYSTERIVM FIRMITER PROFITEMVR

 

 

 

 

 

 

 

Cáliz do Cebreiro (s. XII) en el que según la leyenda se habría producido el milagro de la transubstanciación.

 

 

 

 

 

 

 

Custodia de Redondela (finales del XVI). Procede de la iglesia de Santiago de Vilavella. Museo diocesano de Tui.

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