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 Julio I. González Montañés ©

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Teatro franciscano en Galicia

 

 En la difusión de las representaciones de la Pasión y los Desenclavos, franciscanos y dominicos jugaron un importante papel. Las órdenes de predicadores, especialmente la franciscana, fueron pioneras en la utilización del teatro, de los sermones dramatizados y de las lenguas vernáculas como recursos para atraerse a las masas urbanas. Franciscanos y dominicos adoptaron las técnicas de la juglaría en sus predicaciones, instrumentalizando los recursos juglarescos para así atraer al pueblo y reconducirlo hacia la doctrina, utilizando la música y la canción profana para captar fieles.

  Sabemos también de las relaciones de colaboración y simpatía entre los círculos de juglares y trovadores y la orden franciscana en Galicia. Es conocida la protección que el almirante trovador Paio Gómez Charino dispensó a los franciscanos de Pontevedra, y constan casos de poetas líricos, como Rodríguez del Padrón, que acabaron tomando el hábito franciscano, lo que no puede extrañar ya que el propio San Francisco mimaba sus sermones y representaba ante el público la escena de la Navidad en un tablado levantado al efecto en los atrios o en los cementerios de las iglesias en las que predicaba, y se consideraba a sí mismo un juglar del Señor, en lo que supone la más clara aceptación por parte de la Iglesia de las técnicas del espectáculo juglaresco.

  En Galicia la actividad dramática de los franciscanos debió de ser importante y probablemente en el idioma del país, al menos en la primera etapa. De la época medieval no conservamos ningún texto ni nombre de autor teatral, pero las Constituciones de la Provincia franciscana de Santiago de 1333, y las disposiciones del concilio franciscano de la provincia celebrado en León en 1375 (Constitutiones editae in congregatione habita in conventu Legionense, anno 1375), demuestran que el teatro era una práctica extendida en los conventos gallegos de la orden, lo que obligó al ministro general, Fray Gerardo de Odonis, a los visitadores (los italianos Fr. Arnaldo de Campania y Fr. Bernardo de Garrasona en 1375) y a los concilios provinciales, a legislar para impedir representationes indebitas vel ludos inhonestos, y evitar que los frailes utilizasen en ellas vestuario seglar y otros elementos de atrezzo: …vestes seculares portaverit, vel arma invasiva in tallibus ludis, vel representationibus atque defensiva portaverit.

  Las Constituciones de la provincia compostelana nada dicen del idioma empleado en las representaciones, pero algunos indicios apuntan a que debió de tratarse del gallego. Francisco de Asís fue pionero en la utilización de la lengua vernácula en la predicación, y lo mismo hicieron sus discípulos por toda Europa, de manera que nada justifica que Galicia hubiera sido una excepción. Sabemos además del arraigo de la orden franciscana en tierras gallegas, en las que llegó a tener al menos 23 conventos (el Licenciado Molina habla de 40), la mayoría fundados en el siglo XIII, el de Compostela muy probablemente por el propio San Francisco, y tres de ellos puestos bajo la advocación de su discípulo San Antonio de Padua, o de Lisboa, el cual consta que escribió y predicó en su lengua vernácula gallego-portuguesa.

   La franciscana fue además la única orden religiosa que mantuvo la autonomía en Galicia sin depender de casas castellanas, siendo Santiago de Compostela la cabeza de una provincia franciscana cuyos límites se extendían hasta Asturias, norte de Portugal y occidente de Castilla-León. La orden alcanza su apogeo en Galicia en los siglos XIV-XV, en los que se documentan cuatro obispos franciscanos en las sedes gallegas, y siguió siendo popular hasta el XVI, siglo en el que aún se fundan algunos conventos como el de Monforte y se reconstruyen otros como el de Noia. Un éxito que, para algunos autores como Emilio González López, se debería a: estar más de acuerdo, que cualquier otra Orden religiosa el espíritu de ésta con el carácter y temperamento del pueblo gallego.

  También en los conventos femeninos de la orden debieron de representarse piezas teatrales, en unos casos con asistencia de público como el Auto de Reyes que hacían las novicias y monjas del convento de Santa Clara de Monforte , y en otros probablemente como ejercicio devocional en la intimidad de la clausura: de acuerdo con el testimonio de Fray Esteban de Guadramiro, cuando en 1592 María de Galbes [=Sor María de San Antonio] ingresó como novicia en el convento de Santa Clara de Pontevedra, las monjas se quedaron los vestidos de hombre que llevaba puestos: para con ellos las Señoras más mozas el día del Natàl representar el Pastoril y tomar alegría en el Señor . Las actividades teatrales fueron frecuentes en los conventos femeninos franciscanos españoles del siglo XVI, en los cuales canciones y procesiones formaban parte de rituales dramáticos, como destacó Pedro Cátedra en varios trabajos. Tenemos además casos de místicas franciscanas como Juana de la Cruz cuyos éxtasis son verdaderas obras teatrales dialogadas, en las que se describen danzas y fiestas. Según se desprende de su Libro del conorte, la propia Juana escenificaba sus visiones ante la comunidad del convento toledano de Santa María de Cubas y ocasionales visitantes, impostando la voz en los diálogos y danzando ella misma, trasponiendo a lo sagrado los elementos de la fiesta profana y cortesana de su tiempo.

  Desafortunadamente no poseemos muchos más datos sobre el teatro franciscano en Galicia, que debió de mantenerse vivo a lo largo de los siglos XVI y XVII como lo prueba la participación de Fray Pedro de Betanzos en representaciones teatrales en la Nueva España (1544); la exportación de la costumbre a las misiones de Filipinas y México por los franciscanos de Herbón, y las noticias que tenemos sobre la participación de los frailes de ese convento en la elaboración de los dramas del Corpus que se representaban en Padrón (el Padre Castillo en 1566 y Fray Lázaro en 1572). Conocemos además casos de dramaturgos como Antonio de Mondragón, establecido en Compostela desde 1582 como actor y autor dramático, que ingresó más tarde como franciscano en el convento de Louro (Muros), o Fray Francisco Pérez, franciscano del convento de Compostela autor de dos comedias que se representaron en Santiago en 1598 el día de San Antonio y el del Apóstol .

  Es posible que en esas fechas se representasen ocasionalmente algunas piezas en gallego, pero parece que el castellano, como sucedía en la administración, la Universidad y la documentación eclesiástica, se imponía en el teatro de los predicadores. El caso del dominico ourensano Fray Jerónimo Bermúdez de Castro, autor de dos tragedias en verso castellano (Nise lastimosa y Nise laureada, 1577), que se lamentaba en la dedicatoria al Conde de Lemos, Don Fernando Ruiz de Castro, de haber escrito las obras en una lengua agena de la mia natural, es sintomático tanto de la pervivencia del gallego como lengua familiar en círculos ilustrados de la segunda mitad del XVI, como de su desplazamiento como lengua culta en favor del castellano.

  Ya en el siglo XVII las representaciones continuaron en los conventos de los mendicantes gallegos, aunque parece que en esa época corrían a cargo de compañías profesionales o de vecinos y no de los frailes. Consta, por ejemplo, que en la fiesta de la Concepción de 1626 iba a representarse una comedia en la iglesia de San Francisco de Pontevedra pero hubo que suspenderla, tras una violenta disputa por el uso de los bancos que para las autoridades se habían dispuesto en la capilla mayor , y tenemos así mismo algunas referencias que prueban la existencia de representaciones teatrales en los claustros de los conventos franciscanos de Lugo y A Coruña , y en el dominico de Pontevedra .

 En el caso de A Coruña consta, por ejemplo, la representación en la portería del convento el 11 de octubre de 1687 (octava de San Francisco) de un Auto burlesco en el que intervino la Coca del gremio de zapateros llevando encima a un judío "con una bucina en la boca, y un letrero en las espaldas decía: A[r]re bobo, tratando a los onbres de Vien de tales..." . El hecho de que la representación tuviese lugar en la portería del convento franciscano no prueba que los frailes participasen en ella, pero consta que en algunos conventos hispanos hubo representaciones cómico-burlescas en las que participaban los frailes. En Valladolid, por ejemplo, sabemos gracias a las cartas del diplomático francés François Bertaut, que en 1659 los franciscanos hicieron en Navidad una alocada representación de tipo carnavalesco que dejó perplejo, y muerto de risa, al francés.

  Fuera de Galicia, pero en el ámbito de la provincia franciscana de Compostela, hay también noticias de representaciones teatrales en el siglo XVII en algunos conventos, por ejemplo en el de Avilés (Asturias).

 

 

 

Obra de Fray Francisco de Castro en la que se recogen noticias sobre representaciones de Navidad en el convento de Santa Clara de Pontevedra (Ejemplar de la Biblioteca Pública del Estado, León)

 

 

 

Iglesia de San Francisco de Pontevedra, escenario de representaciones teatrales en el siglo XVII

 

 

 

 

Claustro del convento franciscano de Lugo, escenario de representaciones teatrales en el siglo XVII

 

 

 

 

 

Expediente de la Audiencia del Reino de Galicia sobre el Auto burlesco representado en 1687 en el convento franciscano de A Coruña (foto en Clodio González Pérez, 1993, p. 116)

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